Asistimos a diario, como si tal cosa, al bochornoso espectáculo que nos dan, cada vez que hablan en público, esta ultraderecha que los siete millones de votantes ‘fachas’ –y la dejadez de los tibios– nos pusieron en el Gobierno. Y lo cierto es que mienten como bellacos. Que un político no diga la verdad es consustancial a su naturaleza, pero siempre se agradece el disimulo del que han hecho gala los grandes estadistas.
Ahora, no; un lunes te aseguran que no van a seguir machacando a los más débiles, y el viernes, en el Consejo de Ministros, te anuncian que los ancianos va a ser vendidos a los McDonald’s a menos de un euro el kilo. O nos desayunamos con el consabido «no vamos a subir los impuestos», que queda matizado durante el telediario del mediodía con un «al menos de momento», para acabar atragantándonos con la cena, y el cálculo exacto de cuáles van a ser las subidas y de qué impuestos concretos estamos hablando. Pero no son los únicos en emular a Pinocho.