‘Cortos de Fondos’ 134/258

134-alterfines–»Sé que fuiste tú».

–»¿Quién te lo ha contado?».

–»Nadie».

–»¿Y a quien se lo has contado tú?

–»A nadie».

–»A ver si lo entiendo: sólo tú crees saber que fui yo».

–»No lo creo, lo sé.

–»Ya, pero ¿vas a denunciarme?».

–»No sé. ¿Tú que me aconsejas?».

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‘Cortos de Fondos’ 132/258

132-alterfinesÉramos una familia modélica, en blanco y negro. Al menos hasta que a mi padre se le puso entre ceja y ceja optar a la distinción solidaria de la diputación provincial, por la adopción de un huérfano africano. Menuda obsesión le entró con aquel asunto: vamos, que no admitía discusión alguna sobre el particular. Yo era aún un chaval al que le empezaba a salir algo más que pelusilla en el bigote, y mi voz no tenía voto. Pero ni los ruegos de mi madre, que apenas se apañaba –y eso que contaba con ayuda– para cuidar de nosotros siete; ni las recomendaciones de mis abuelos paternos, que amenazaron con desheredarle; ni aun los razonados argumentos de sus compañeros de dominó, a los que despreciaba por acomodados, consiguieron hacerle variar un ápice en su empeño.

Y ya se sabe que cuando el tonto coge la linde, o se acaba el tonto o se acaba la linde… A pesar de que no había ni un sólo bebé, ni siquiera un niño pequeño o no tan pequeño ya, o algún adolescente africano para adoptar, en ninguna de las por entonces muy escasas agencias internacionales de adopción, mi padre no quiso presentarse en casa sin nuestro nuevo hermano.

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‘Cortos de Fondos’ 131/258

131-alterfines(Dos aficionados a la fábula escrita, Ocelote y Qwerty, y un servidor nos hemos retado a garrapatear cada uno un microrrelato acerca de una imagen, elegida –con muy malitas intenciones– por los otros dos. Esto es lo que me ha inspirado a mí la fotografía del final. Dejo abiertos en esta ocasión los comentarios, para que ambos puedan explayarse…)

CONVERSACIÓN EXPLORATORIA NÚM. 67* CON EL PACIENTE JRP/1962

(*Se han suprimido, por irrelevantes, las intervenciones del psiquiatra).

Me habéis encerrado aquí; por eso creéis que sois libres. Pero sabed que la libertad no tiene grados, y vosotros también sois prisioneros.

No me importa explicar una vez más como lo averigüé; de hecho, quizá sirva para algo. Se me ha ocurrido muchas veces, cuando era oficialmente cuerdo, al caminar por calles concurridas. Me imaginaba un rasgo común a todos los que se cruzaban en mi camino, y me lo pasaba sumamente bien. A menudo pensaba que eran animales, y a cada persona le encontraba semejanzas con un bicho distinto: un gusano, una gallina, un gato, una araña… Otras veces actuaba como si quienes me rodeaban fueran miembros de la policía secreta, y a todos les descubría rasgos que evidenciaban sus disimulos. Era divertido, porque nunca era verdad del todo, e igual que maquinaba una cosa podía cavilar otra distinta.

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‘Cortos de Fondos’ 129,5/258

199-y-medio-alterfinesAviso

Lector: has llegado a la mitad de la cuenta atrás

¡Ánimo, que cada vez te queda menos!

(La ‘Campaña de Fomento de la Lectura’ está subvencionada al alimón por la Dirección General de Costumbres en Desuso y la Secretaría de Estado de Formas de Ocio en Vías de Extinción, gracias a los fondos procedentes de la Europa civilizada)

‘Cortos de Fondos’ 129/258

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Su padre era un pobre leñador, que vivía con él, en medio del bosque. Era inculto y malvado, y le pegaba; sin motivo o con motivo, siempre le pegaba.

El  progenitor, que era de natural bondadoso, y además persona instruida, se mostraba incapaz de rebelarse ante la perversidad de su vástago, e intentaba educarlo a través de la lectura. Él leía y el hijo escuchaba, hasta que, en un arrebato de furia, le golpeaba; bien porque algo en la historia que no le había gustado, bien porque había tenido sencillo un error de dicción, bien –lo que era mas frecuente– sólo porque le daba la gana.

El padre no aprobaba el modo de proceder de su hijo, ya que creía que con la violencia no se llegaba a ningún lado. Pero tampoco protestaba, pues sabía que tenía enfrente a una persona enferma, incapaz de practicar otra afición que la brutalidad.

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‘Cortos de Fondos’ 128/258

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Todos temían ese momento. Todos habían pensado que sucedería cuando el hambre se hiciese insoportable. Eran siete supervivientes, aislados, abocados a practicar la vieja gastronomía del caníbal.

Las discusiones fueron obviamente dramáticas. Pero en cuanto el más flaco del grupo enseñó a sus compañeros la báscula que habían encontrado, entre los restos de la nave, se impuso se impuso la lógica. Con seis votos a favor, y también con uno en contra, decidieron comerse al más gordo. Y no hubo demora, porque el hambre apretaba.

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‘Cortos de Fondos’ 127/258

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No entiendo por qué mi vida ha cambiado de modo tan repentino. Lo más curioso es que, al menos en apariencia, todo sigue igual. Sigo siendo el mismo. Hago las mismas cosas, sigo teniendo los mismos amigos, veo los mismo programas de  televisión, continúo fumando…

Pero nada es igual que antes. Antes, vivía. Ahora, asisto a las representaciones teatrales en las que participo como un actor que se sabe su papel, y como un espectador complaciente –crítico, a veces– con la puesta en escena de los demás. Incluso cuando estoy solo sé que estoy actuando.

Ayer me pasó algo definitivo. Un compañero de trabajo me dijo, sollozando, que le acababan de anunciar por teléfono la muerte repentina de su esposa. Lo primero que pensé fue que su interpretación era, si bien correcta, un tanto melodramática.

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‘Cortos de Fondos’ 126/258

numero_126_alterfinesPodría tratarse de la clásica historia de amor fugaz. De hecho, la conoció de madrugada, en un bar de copas. Estaba sola, como él; y no tardaron mucho en entenderse. Tomaron unos cuantos cócteles juntos, mientras ella tendía su red, con su voz susurrante; tan dulce, que no tuvo reparos en confesarle el motivo de su soledad:

–»Todos los hombres que me aman desaparecen casi de inmediato de mi vida».

Él se prometió a sí mismo que nunca lo haría. Su amor era auténtico, y no se extinguiría tras una simple noche de pasión.

Se fueron a otro bar, y tomaron otras copas. Él escuchaba, ella lo envolvía delicadamente en sus palabras; él se sentía enamorado como nunca antes había estado.

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