¿Quién dijo que ser perfeccionista fuese malo?

¡Venga, qué demonios: que haya merecido la pena empezar a leer esta entrada! Una anécdota para tener conversación con los amigos en el bar, con la vecina estupenda en el ascensor o con el becario a nuestro cargo, mientras se paga el cafelito de media mañana.

Para las escenas de ‘El Resplandor’ en las que no se ve a Jack Nicholson aporrear con vehemencia las teclas, pero sí que se oye el sonido de su máquina de escribir, Stanley Kubrick hizo que sus ayudantes le consiguiesen la grabación de un mecanógrafo escribiendo la frase «All work and no play makes Jack a dull boy». Y es que algunos asesores le habían comentado que cada tecla de una máquina de escribir suena diferente, y Kubrick, que quería mantener la autenticidad, insistió en que se escribiera esa frase para la grabación. Era un perfeccionista.

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‘Cortos de Fondos’ 129,5/258

199-y-medio-alterfinesAviso

Lector: has llegado a la mitad de la cuenta atrás

¡Ánimo, que cada vez te queda menos!

(La ‘Campaña de Fomento de la Lectura’ está subvencionada al alimón por la Dirección General de Costumbres en Desuso y la Secretaría de Estado de Formas de Ocio en Vías de Extinción, gracias a los fondos procedentes de la Europa civilizada)

‘Cortos de Fondos’ 129/258

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Su padre era un pobre leñador, que vivía con él, en medio del bosque. Era inculto y malvado, y le pegaba; sin motivo o con motivo, siempre le pegaba.

El  progenitor, que era de natural bondadoso, y además persona instruida, se mostraba incapaz de rebelarse ante la perversidad de su vástago, e intentaba educarlo a través de la lectura. Él leía y el hijo escuchaba, hasta que, en un arrebato de furia, le golpeaba; bien porque algo en la historia que no le había gustado, bien porque había tenido sencillo un error de dicción, bien –lo que era mas frecuente– sólo porque le daba la gana.

El padre no aprobaba el modo de proceder de su hijo, ya que creía que con la violencia no se llegaba a ningún lado. Pero tampoco protestaba, pues sabía que tenía enfrente a una persona enferma, incapaz de practicar otra afición que la brutalidad.

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Su abuelo debía de ser tan genial como el mío

Un corto. Una breve historia, filmada en ‘stop motion’ (una técnica de animación que aparenta el movimiento por medio de imágenes fijas sucesivas), que transmite no pocos mensajes. Por ejemplo, que no debe uno de prejuzgar a los demás, ni por su aspecto, ni por sus aparentes medios de hacer las cosas. Pero también que, como decía Kipling («…si vuelves al comienzo del trabajo perdido, aunque sea la obra de toda tu vida…» / «…si pierdes y te lanzas de nuevo a la pelea, sin decir nada a nadie de quien eres o lo que eras…») hay que superar los reveses de la fortuna y saber pasar página. En fin, un abuelo como los de antes. Como el mío…

‘Cortos de Fondos’ 128/258

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Todos temían ese momento. Todos habían pensado que sucedería cuando el hambre se hiciese insoportable. Eran siete supervivientes, aislados, abocados a practicar la vieja gastronomía del caníbal.

Las discusiones fueron obviamente dramáticas. Pero en cuanto el más flaco del grupo enseñó a sus compañeros la báscula que habían encontrado, entre los restos de la nave, se impuso se impuso la lógica. Con seis votos a favor, y también con uno en contra, decidieron comerse al más gordo. Y no hubo demora, porque el hambre apretaba.

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‘Cortos de Fondos’ 127/258

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No entiendo por qué mi vida ha cambiado de modo tan repentino. Lo más curioso es que, al menos en apariencia, todo sigue igual. Sigo siendo el mismo. Hago las mismas cosas, sigo teniendo los mismos amigos, veo los mismo programas de  televisión, continúo fumando…

Pero nada es igual que antes. Antes, vivía. Ahora, asisto a las representaciones teatrales en las que participo como un actor que se sabe su papel, y como un espectador complaciente –crítico, a veces– con la puesta en escena de los demás. Incluso cuando estoy solo sé que estoy actuando.

Ayer me pasó algo definitivo. Un compañero de trabajo me dijo, sollozando, que le acababan de anunciar por teléfono la muerte repentina de su esposa. Lo primero que pensé fue que su interpretación era, si bien correcta, un tanto melodramática.

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Cartelicos aleccionadores XLIV