3.652 días para jubilarme

Que nooooooo. Que no todas las entradas van a ser historias del ‘abuelo Cebolleta’, presumiendo de lo mucho que ha vivido o de la purrela de años que ha cumplido. Pero esa edad provecta sí que me permite asistir una y otra vez a las mismas situaciones que hacen de cada semana un calco de la anterior. Y lo digo como queja, que conste. No soy de esos imbéciles que todavía, después de la que está cayendo, salen con aquello de «virgencita, virgencita, que me quede como estoy…». Que se queden ellos igual de tarados no debería de preocuparnos, salvo por el hecho de que no son mudos, ni mancos, y o bien lo vocean en el bar o en el pasillo de la oficina, o bien lo garrapatean en su columna semanal.

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