El hombre que nos llevó a la Luna

sol_alterfinesHace una semana que falleció uno de mis héroes infantiles. Una persona íntegra, que mantuvo su dignidad hasta el último momento. Se trata del astronauta Neil Armstrong, el jefe de misión del Apolo XI, que en julio de 1969 consiguió no sólo posar el módulo que pilotaba sobre la superficie lunar –para asombro de todos los que aguardábamos en su planeta natal–, sino ser el primer hombre en pisar nuestro satélite. Cedequack le dedicó un bonito recuerdo, pero yo estaba en deuda. Que nadie vea en lo que voy a contar a continuación siquiera un atisbo de querer compararme a tan gran hombre, sino una de esas casualidades que tiene la vida, y que, ya sabéis, la vuelven interesante, enigmática, impredecible, maravillosa…

El mismo día en que este ídolo espacial libraba su último combate con las complicaciones posteriores a una operación de corazón, yo estaba tocando Marte. Tal cual suena: asistía a una interesantísima exposición de La Caixa sobre los paralelismos entre la Tierra y el ‘planeta rojo’, y en ella se exponía, dentro de una urna de metacrilato, el fragmento de un meteorito llegado hasta nosotros desde Marte. La caja tenía una pequeña abertura en su parte superior para que fuese posible acariciar, con la yema del dedo, la rugosa superficie de aquella piedra. Y mi Santa y mi adolescente favorita tuvieron que amenazarme con que cerraba el centro –por cierto: una vieja iglesia desacralizada, que hubiese hecho las delicias de Galileo…–, para que dejase de hacerlo una y otra vez.

Llego tarde –como a casi todo últimamente–, si intento contaros cosas de este hombre excepcional que no se hayan dicho ya; anécdotas que se supieron estando él vivo, como la de que además de cumplir a rajatabla con las actividades programadas una vez estaban ya, él y Edwin Aldrin –Michael Collins les aguardaba en el módulo de mando–, sobre la superficie lunar, tuvo una ocurrencia inesperada, en la que no habían caído miles de ingenieros de la NASA: por qué no echar varios puñados de polvo lunar en la caja de muestras, ya que cabía perfectamente entre las rocas, que eran lo único que les habían pedido que trajesen de vuelta. Pues bien, en ese polvo se ha detectado el helio 3, casi inexistente en la Tierra, y una de las esperanzas de que algún día podamos generar energía nuclear sin residuos.

Tal era la fe que tenían en él en Houston, que en ningún momento dudaron que pronunciaría el famoso «Un pequeño paso para un hombre, un gran salto para la Humanidad» que le habían preparado, pese a que como comandante de misión tenía prerrogativas sobre dichas primeras palabras, como a la hora de asignar nombres a los dos módulos, el lunar y el de mando (Eagle y Columbia). Quien sí que improvisó fue Aldrin, el primero en regresar al módulo lunar, quien debido a su estatura, inferior a la de Armstrong, comentó mientras ascendía el primer escalón: «Tal vez fuese un pequeño paso para Neil, pero para mi es enorme…».

Si pensamos que lograron su hazaña prácticamente sin ordenadores, o al menos con el concepto de la informática que tenemos en la actualidad –cualquier móvil inteligente es tan potente como el más sofisticado de los artilugios electrónicos empleados entonces–, su mérito se acrecienta. No en vano, Neil Armstrong, el único piloto no militar de las 11 misiones enviadas al espacio hasta entonces, supo ser paciente y llevar el Eagle hasta donde fuese posible posarlo, ya que al parecer viajaba a más velocidad de la programada y eso les estaba conduciendo hacia un gran cráter con rocas esparcidas a su alrededor, que causarían serios daños al módulo si el alunizaje se produjese en esa zona. Armstrong desconectó el programa automático y optó por uno que controlaba el empuje del motor pero dejaba en sus el movimiento de traslación lateral: posó el Eagle sobre la superficie lunar cuando le quedaban apenas 30 segundos de combustible para el ‘punto sin retorno’. Pues bien, él no lo consideró nunca una heroicidad, ni nada que no fuese «ni más, ni menos, que cumplir con mi trabajo».

Yo era muy pequeño, pero cuando visitó España por primera vez, y fue entrevistado en Televisión Española por José María Íñigo, éste –que ahora va de víctima de lo que «le obligaban» y «le impedían» hacer– le preguntó algo tan ridículo como que si allí, en el espacio, no había sentido la presencia de un ser superior… Mucho menos beata fue la pregunta de un colega estadounidense, durante la rueda de prensa posterior a la cuarentena, tras el amerizaje de la cápsula en el Pacífico. «¿No sintieron miedo en ningún momento?». A lo que Armstrong respondió, no sin buenas dosis de humor: «El mismo que hubiese sentido cualquiera, sabiendo que viajaba en una nave compuesta por decenas de miles de piezas y componentes fabricados por proveedores cuyo único mérito es el de ser los más baratos del mercado…». Lo dicho, un tipo sensato.

Pero no era a todo lo anterior a lo que me refería cuando he escrito, al principio, que se trataba de alguien admirable: íntegro hasta el final, pues no vivió ni presumiendo de sus hazañas y recibiendo premios, ni a base de dar conferencias muy bien pagadas, sino trabajando para que las siguientes misiones pudiesen valerse de su experiencia. Incluso dejó de firmar autógrafos –que no le negó a nadie durante lustros– cuando se enteró de que algunos «vivos» los empleaban para enriquecerse en e-Bay. Él nos hizo ver que los humanos somos potencialmente magníficos, capaces, también, de lo mejor. Así que le debía esta entrada; y haré lo que ha pedido su familia –que lo ha enterrado en la intimidad– y que os recomiendo: cada vez que pasee de noche y haya luna llena, la miraré y le guiñaré un ojo.

41 pensamientos en “El hombre que nos llevó a la Luna

  1. Una entrada de esas que te acarician el corazón por dentro. Ignoraba (como tantas otras cosas) la talla humana de este señor. Y me alegro de haberlo hecho a través de un artículo tan cariñoso. Me has abierto el apetito de conocer cosas sobre él. Y sí, también cada vez que me acuerde haré un guiño a la luna nueva esperando que el desde allá, me lo devuelva.
    Un saludo.

    • A pesar de que podía haber vivido del éxito, lo hizo de un modo relativamente anónimo (nunca pudo zafarse del todo de homenajes, etcétera) y cumpliendo con su trabajo. Algo que, en los tiempos que corren, es admirable cuando menos.

      (No pude contestarte antes porque estaba de regreso definitivo a los Madriles)

      (Otro) saludo (mirando a la Luna)

  2. Precioso artículo. Mis recuerdos de aquella azaña están tán grabadas en mi memoria, sentada en casa, frente la televisor, absorta y todos callados como viendo algo único.
    Luego en el colegio, las veces que armé la nave espacial y el Eagle, que venían maquetas en todos los productos conocidos, cereales,cuadernos,carpetas.
    Cada vez que comprabas algo, te venía una maqueta de carton con líneas punteadas a ¡hala! a montarlo.
    Todas las crónicas dicen que fue un sencillo gran hombre.
    Besazo

    • Si yo recuerdo a Jesús Hermida es por esa retransmisión. Y luego, tienes tú razón, cromos, banderines, etcétera, todo sobre el Apolo XI… ¡Qué tiempos! 😉

      (No pude contestarte antes porque estaba de regreso definitivo a los Madriles)

      (Otro) besazo (espacial, y ya puestos, especial).

      • No te preocupes. Yo ando estos días super liada y solo tengo tiempo de leer y contestar comentarios, pero ni de escribir ni de leer vuestras entradas. Uf!

        Espero que la vuelta no haya sido dura.

        Muchos besos

  3. No dudo que fuese un buen hombre y por lo que dices y viniendo de ti es algo seguro.
    Ahora, yo sigo preguntándome una y otra vez (algo que no te tiene nada que ver con tu homenaje pero que se presta a debate):
    ¿por qué nadie, nunca, después, mira que han pasado años, mira que ha avanzado la tecnología, mira que se han hecho pelis, nadie ha vuelto a posarse nunca más sobre la superficie lunar……………………………????
    Oye….que me tensa a mi este tema y mira que tampoco es que esté yo muy documentada para debatirlo así que………os paso el testigo (que morro tengo eh? jeje).

    Por lo demás….bonito homenaje!
    Besos

    • Bueno, Money: es que en realidad todo fue una especie de carrera para superar a los soviéticos en lo de ‘conquistar’ el espacio. Después, todo ha ido a menos: desde el presupuesto de la NASA (que Kennedy hizo pasar del 1% del PIB estadounidense a casi el 4,4%…), al interés de los científicos, porque ahora las prioridades son otras (‘Europa’, uno de los satélites de Júpiter, por ejemplo: tiene un océano interior cuyas bacterias podrían decirnos mucho de los orígenes del Universo…).

      Si acaso, serán los chinos los que lo vuelvan a hacer. Son los únicos que mantienen una verdadera investigación espacial, pero ya les conoces…

      (No pude contestarte antes porque estaba de regreso definitivo a los Madriles)

      Un besote.

  4. ¡Estuviste tocando Marte, que suertudo!! El hecho en sí ya me parece de una asombrosa relevancia, no me cabe duda de que jamás dejarás de asociar los dos hechos…

    Como apasionada de todos los misterios que nos quedan por descubrir acerca del espacio, me ha gustado saber un poco más acerca de Neil Armstrong, sobre todo de su lado humano.

    A la luna… hace muuuuuucho tiempo que no solamente le guiño el ojo 😉

    Besitos!!

    • Ahora sí, Emy. Perdóname que no te entendiese la primera vez: no sé por qué demonios este ‘antispam’ se lleva a los mejores a su carpeta birriosa. Y luego sin embargo deja pasar todos los comentarios de Dessjuest, como si nada 😎

      Me encanta que te gusten los planetas, como a mí: te aseguro que después de 23 veces venga a meter el dedito en la urna, mi hija me dijo que o dejaba de hacer el ridículo o renegaría de mi (es adolescente: qué sabrá ella de Marte…)

      (Más) besitos.

      • Vale, pero ese no es mi comentario original, ¿sigue en spam? 😀
        Por alguna razón, está vetado: acabo de intentar volver a ponértelo y el sistema me lo niega: ¡juro que no digo nada censurable!!, jjejejej

    • Pues hombre, supongo que en su momento ambas hazañas fueron igual de espectaculares. Pero mira, a diferencia de Armstrong, a Colón se le subió bastante a la cabeza, y los Reyes Católicos tuvieron que pararle los pies 😎

      (No pude contestarte antes porque estaba de regreso definitivo a los Madriles)

      Un bestote.

    • Debía de ser un gran tipo, Dess. Aunque ya sabes lo que pasa con los héroes infantiles de uno, que aunque no sean muy perfectos, les quieres igual.

      (No pude contestarte antes porque estaba de regreso definitivo a los Madriles)

      Un abrazo.

    • ¿A que estuvo gracioso, el tipo? Y eso no estaba redactado por el quipo de RR PP de Houston…

      (No pude contestarte antes porque estaba de regreso definitivo a los Madriles)

      Un abrazo (y un guiño compartido a la Luna)

  5. Recuerdo aquel día perfectamente y la posterior colección de cromos que la cerveza Xibeca Damm lanzó y las que le hice beber a mi padre para acabar la colección… aunque no creo que le supusiera mucho sacrificio…
    Dónde estará aquel álbum…?

      • Es que estaba tan bien… pero tan bien…! Tomé en Málaga una cerveza perfecta y le dije a la dueña del local… sabe realmente deliciosa y una espuma perfecta… esto no es espuma –me contestó– esto es crema y estaba en lo cierto.
        Quedamos allí un día si te aptc.

  6. Pingback: Luna, lunera… | La puerta entornada

    • Los soviéticos lo hubiesen desmontado; no en vano perdieron esa absurda carrera, aunque ganaron casi todas las posteriores.

      Este invierno tuve la ocasión de ver en Madrid una exposición sobre las NASA con restos (entre otras cosas) de todo aquello, y aunque respeto la opinión de todo el mundo, creo que los que hablan de montaje son los mismos que se deben de creer todas las teorías conspiratorias que salen.

      Un besote.

  7. He llegado un poco tarde al post, pero te aseguro que me ha encantado. No ha cambiado la visión que tenía sobre el personaje, porque ya sabía que su calidad humana era increíble, por eso me gusta tanto. Desconocía algunas de las anécdotas que has relatado, empezando por las 30 veces que tocaste Marte 😉

    La noche que se fue pensé que la luna se había puesto de gala para recibirle a él e imaginé que andaría observándonos desde ahí.

    Un saludo!

    • Cada vez que muere alguien de esta talla humana, la verdad es que es una pérdida enorme para todos. Si llego a saber que aferrado a aquel pedacito de Marte podía evitarlo 😉

      Nos observa, así que guíñale un ojo cada noche que pasees con luna llena. Yo no podré porque me convierto en hombre-lobo, auuuuuuuuu

      (Otro) saludo, y un abrazo, que todavía quedan un par de semanas antes de la siguiente luna llena 😎

      • Te aseguro que lo haré, lo de guiñarle el ojo, y de paso igual te llegue el guiño a ti también, que yo suelo decir que si dos personas alejadas miran a la vez la Luna, o sea, el mismo punto del espacio, se unen -de alguna manera- físicamente, y se acercan.

        Abrazo!

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