‘Cortos de Fondos’ 117/258

numero_117_alterfinesComo cada mañana, los grandes almacenes habían abierto a las 10 en punto. En la puerta, desde media hora antes, esperaba impaciente casi un centenar de guardia-jurados que deseaban hacer sus compras matinales.
Por fin, un doctor en Ciencias Económicas soltó el cerrojo y presionó el botón que hacía subir automáticamente la verja metálica. Cada vigilante armado se dirigió al departamento en el que deseaba hacer sus compras. Todo respiraba normalidad el día de autos: la oferta de la semana cubría los objetivos de ventas, el stand de libros era el más solicitado, y muchos otros guardia-jurados entraban a los grandes almacenes con la sana intención de adquirir algún producto.

Los hechos tuvieron lugar alrededor del mediodía. Ya anteriormente, un miembro del patronato del Museo de El Prado hubo de invitar a abandonar el local a un vigilante jurado de gran marcialidad y aspecto impecable (pistola reluciente, gorra perfectamente encajada, cerebro vacío…).
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