‘Cortos de Fondos’ 108/258

alterfines_numero_108_alterfinesJamás había redactado un microcuento a mano. Sin embargo, tenía la costumbre, desde que se recordaba escribiendo, de teclearlo previamente en su vieja Hispano-Olivetti, antes de pasarlo al ordenador. El característico repiqueteo metálico de las teclas al golpearlas y el elegante sonido del carro al pasar de una línea a otra, acompañado del dulce tintineo de una campana minúscula, le hacían sentirse un verdadero escritor. Aunque lo único que hiciese fuera entretener sus ocios con una pequeña colección de despropósitos, que no por estar escritos y publicados en su ‘bitácora’ dejaban de ser eso, una relación insustancial de microhistorias sin mayor magia o interés más que para sí mismo.

Maniático, como lo es cada uno, a su manera, acompañaba la ceremonia con un vaso –ni muy lleno, ni muy vacío– de licor café; así escribiese sobre desgracias humanas o acerca del espacio infinito. A veces pensaba si no sería todo más sencillo si se dejase de monsergas y trabajase directamente en el ‘gestor de contenidos’ del ‘blog’. Pero aquella tarde confirmó que, no por antiguo, su modo de proceder era inadecuado, sino más bien todo lo contrario…

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